Hacer
peticiones acordes a su edad: debemos asegurarnos de que el niño/a es
capaz de hacer lo que pedimos, si no, debemos ayudarle a llevar a cabo nuestra
petición.
·
Felicitarle
cuando hace las cosas bien: suele ocurrir que les digamos las cosas que hacen mal, y no las
que hacen bien, dejando que estas ultimas pasen desapercibidas. Estar más
atentos a su mal comportamiento puede fomentarlo, ya que el niño siente que de
esta manera llama más la atención.
·
No darle varias
instrucciones a la vez: sino mandarle una cosa cuando haya terminado lo anterior. Es
importante evitar frases como “lávate los dientes, ponte la pijama y vete a la
cama” ya que pueden provocarle rechazo por parte del niño. Mejor dile lo
siguiente: “cuando te hayas ido a la cama, te
contaré el cuento que tú prefieras”.
·
Hablarle de
forma agradable: tenemos que evitar dar las órdenes gritando o enfadados y por el
contrario, hacerlo en un tono de voz armonioso.
·
Explicarle por qué
le pedimos algo: que tu hijo/a, comprenda la finalidad de tu petición, ayudará a
que la lleve a cabo sin poner impedimentos. Por ejemplo, cuando le pides que se
lave los dientes, explícale la importancia de la higiene bucal.
·
Evitar las
órdenes a distancia: no hay que mandarle las cosas cuando nuestro hijo está en otra
habitación, pues el contacto visual (bajar a su tamaño) favorece que los niños
entiendan y se animen a realizar la actividad solicitada.
·
Refuerzo positivo: éste es uno
de los métodos más recomendados por los psicopedagógos. Se trata de ofrecerle
algo a cambio, siempre es preferible que sea una recompensa afectiva y no
material, por ejemplo: el abrazo, el halago,
el mostrar nuestra alegría, etc.
Y por ultimo, pero lo más importante, dar el buen
ejemplo a los más pequeños, manteniendo un solo discurso en la comunicación.
Mirena González