A pesa del día a día, la meta a cumplir es vivir el aquí y el ahora, atesorando momentos felices, desde el compartir más sencillo, como por ejemplo: Coincidir con Sebastian (mi hijo mayor, 5 años) en el baño a la hora de cepillarnos, vernos a la cara y reírnos por estar llenos de pasta dental, hasta ir a un fabuloso parque y observar como se emociona, al montarse en un altísimo tobogán, mientras yo, estoy hecha una mata de nervios.
Esos momentos y anécdotas felices son las que me inspiran, cada día, pues las cosas fuertes, siempre están presentes y solo depende de nuestras actitudes si le damos fuerza y cabida en nuestra vida o no. Estos pequeños momentos compartidos con ellos (2 de mis bendiciones, mis hijos), son grandes aprendizajes para ellos, por la importancia que le damos al estar a su nivel y sacar nuestro niño interior, disfrutando de su mundo maravilloso, lleno de espontaneidad y sinceridad, o mejor dicho de inocencia.
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